A la edad de 5 años ingresé
al Preescolar Rosaura Zapata. Según
referencias familiares, sé que no tuve dificultades para aprender a leer, debido
a que mi mamá era una lectora asidua; encontré en la lectura una actividad muy
agradable y cotidiana. Pero recuerdo que mi primer día en la escuela no fue tan agradable, como nunca había estado
sola me sujeté a la reja del patio mientras
veía alejarse a mi mamá. Afortunadamente esta experiencia quedó atrás pronto,
ya que me encantaban las clases de música que recibíamos y la manera que mi
maestra me enseñaba, era muy divertida.
En la Primaria Miguel F. Martínez en la Zona
Centro, fue donde definí mi gusto por el estudio y la lectura. Los primeros
tres años fueron regulares, de mucho aprendizaje. Recuerdo haber contado con
muy buenas maestras y compañeros. Aunque no fui muy juguetona, ni era de correr
por todo el patio de la escuela tampoco me aburría en el recreo. Además, el
hecho de estudiar un poco lejos de casa me influyó en el sentido de
independizarme. En 4to., grado debido a
que mi mamá trabajaba casi todo el día, necesitaba irme a casa sola en taxi, lo cual
para mí era de lo más emocionante. Claro está que eran tiempos más tranquilos
que hoy.
Los últimos dos años de
primaria fueron de mucha exigencia, tuve la fortuna de ser la alumna con la
mejor calificación de toda la escuela, y esto me llevó a participar en varios
concursos de conocimiento y a obtener el 2do., lugar a Nivel Estatal en La
Olimpiada del Conocimiento Infantil de 1994. El premio fue un viaje de cuatro
días por los Municipios del Estado, para conocer sus principales puntos
culturales y turísticos, lo cual me tenía encantada, ¨me hacía sentir muy orgullosa¨,
aunque requería mucho estudio. Dejar a un lado la televisión y los juegos,
valió la pena. Nunca tuve el problema de que mis compañeros se burlaran de mí
como suele pasar por andar cargando
siempre los libros, o hasta quedarme en el recreo a hacer algún examen extra. Tuve
buenos compañeros, la pasaba muy bien. Mis maestros siempre me apoyaron, me
echaban muchas porras. Esto definitivamente me ayudó a incentivar el esfuerzo
diario y a sentirme bien al dar resultados.
Mi certificado de Primaria tenía
un diez de calificación, así que mi mamá no batalló para inscribirme en la
Secundaria Federal Lázaro Cárdenas. Considero que es una buenísima escuela y
con excelentes maestros. Comencé muy bien, con muy buenas calificaciones,
también un par de diplomas. Desafortunadamente
al poco tiempo que entré a la secundaria mi mamá fue diagnosticada con cáncer; ella fue enfermándose poco a poco
hasta que falleció en diciembre de 1994, cosa que realmente afectó mi concentración y motivación. Empecé a bajar mis calificaciones.
Sumado a esto no puedo negar que el entrar a
la adolescencia, me hizo un poco vaga, distraída de las clases y muy amiguera, pero nunca dejé caer mis
calificaciones. Lo que más recuerdo de la secundaria son los torneos de basketball,
mi participación en un concurso de declamación y haber llegado a la final; mi
participación en el coro de la escuela, tocar la guitarra en la estudiantina de
la clase de artística; también me enamoré del dibujo; en fin, ahí participé en
todo cuanto pude y quise. Todo eso me enriqueció enormemente, me hizo pasar
momentos muy agradables con maestros y compañeros. Creo que fue la mejor época
de mi vida escolar.
Mi historia en el Colegio de
Bachilleres Rubén Vizcaíno fue muy corta, para esa época los problemas económicos
en casa eran muchos y tuve que empezar a trabajar. Como en la mayoría de los
casos dejé la escuela por el trabajo, pero el poco tiempo que estuve participé
en Teatro y el basketball. En la materia de Química me las vi muy difícil, pero
me encantaba, Lectura y Redacción. Me hubiera gustado aprender mucho más.
Poco antes de abandonar la
prepa, asistí dos años a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Tijuana, con el
Maestro Sergio Ramírez y yo tocaba el violín. Aprendí muchísimo de música,
solfeo, y a leer partituras. El pentagrama es como las matemáticas y por eso me
gustó tanto, en él no hay margen de error, sabiendo las fórmulas, el resultado
es arte.
En mi caso sólo siento que pude haber hecho un
esfuerzo mucho más grande para no haber abandonado la Preparatoria, pero pienso
que no es tarde. Mis planes a futuro son seguir estudiando todavía; ya que en mi trabajo me valoran pero
no pueden ayudarme más, si yo no me ayudo a mí, en este sentido.
Cada que tengo la oportunidad recomiendo a
quienes son más jóvenes que yo, a no abandonar la escuela. Hacer frente a las
dificultades. Considero la educación una
inversión poderosa, nos prepara para la Vida que, sin duda, es la carrera más
difícil que existe. Lo digo por experiencia propia.
Definitivamente la educación es la segunda
influencia más poderosa en un ser humano.
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