Lo que más recordamos en preescolar es la habilidad de comenzar a aprender, cuando jugamos aprendemos y aunque no tomamos las cosas en serio es un paso muy importante en nuestro desarrollo académico. En esta etapa lo que más recuerdo es que la maestra enseñaba actividades donde todos los alumnos teníamos que participar, eran muy divertidos y nadie quería perderse una clase.
La mejor parte del día era el recreo, porque poníamos en práctica lo recién aprendido. Cuando usábamos los columpios o los pasamanos no pensábamos en nada más. También podíamos encontrar diversión con cualquier objeto disponible, la imaginación que teníamos era muy grande. Lo difícil era quedarse quieto, porque la energía nos sobraba.
En la primaria lo que más me gustó fue estudiar en el salón de segundo año, porque tenía los mejores mesa-bancos y era el más grande de toda la escuela, también tenía figuras geométricas, números, letras y dibujos animados en las paredes. El maestro era uno de los mejores, enseñaba muy bien y era fácil que yo aprendiera en sus clases, lo más difícil empezó en cuarto grado, especialmente en las matemáticas porque eran ejercicios más complicados y el maestro era muy estricto.
Las clases de ciencias naturales eran confusas para mí y el tiempo parecía pasar muy lento, esperaba la hora en que la clase terminara y me pudiera ir a mi casa, no podíamos comer dulces y tampoco hablar sin autorización. Cuando terminé el ciclo escolar fue uno de los mejores momentos de esa época me sentí aliviado y muy féliz de no regresar a esa aula, no me quedaron ganas de volver a leer un libro que tuviese que ver con este tema.
Cuando empecé la secundaria todo parecía más relajado, algunos amigos de la primaria estaban en el mismo salón que yo, así que no tuve problemas para sentirme inseguro en el primer día de clases. Mi materia favorita era la de educación física porque casi siempre el maestro nos dejaba jugar futbol, era como un segundo recreo.
No todas las clases fueron tan divertidas en especial la de historia, recuerdo leer historietas de superhéroes para no aburrirme en esa hora. Tampoco me gustaba hacer el aseo que me tocaba una vez por semana, las excusas para no cumplir con esta obligación nunca terminaron y puedo decir que en algunas ocasiones funcionaron.
En la preparatoria todos los maestros eran iguales para mí, porque tenían la misma forma de enseñar y tenían personalidades similares. Lo que no puedo olvidar de la primera mitad de año fue la cantidad excesiva de trabajo que tuve que hacer y re-hacer por no poner atención, con el cual tuve mi primer desacuerdo serio con un profesor y ya ni recuerdo porque fue.
Lo mejor del poco tiempo estudiando en la preparatoria fueron las pláticas organizadas por una compañera, cuando no estaba de acuerdo con el educador en un tema por insignificante que fuera involucraba a todo el grupo en una conversación que se convertía en debate muy interesante y hasta gracioso.
Recordando todos los momentos buenos y malos desde preescolar hasta la preparatoria encuentro algo en común, lo más importante fue la amistad que se formó con los compañeros de clase y que en algunos casos todavía de conserva.
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